A PROPÓSITO DE UN TITULAR
Decir que Cuba es determinada agrupación musical, se trate de los Van Van o de la Orquesta Sinfónica Nacional, me parece el más exagerado y reductor de los enunciados. Llevados por un momento de celebración, por un gusto personal, por una corriente de opiniones, o cualquier otra razón de poco peso, se puede caer en un error que a la larga daña la imagen de quien se pretende ensalzar.
Tratar de reducir a Cuba a un solo nombre sería, cuando menos, una omisión imperdonable de seres humanos y acontecimientos que nos enorgullecen. Heredia, nuestro inmenso Martí, Villena, Ernesto Lecuona, García Caturla, Benny Moré, Silvio Rodríguez, Félix Varela (a quien, por cierto, ningún medio recordó el pasado 20 de noviembre, en el aniversario de su natalicio), y una larguísima lista de nombres conocidos y otros casi desconocidos por poco mencionados, no bastan por sí solos para considerarlos como la Patria. Olvidar la historia, sea protagonizada esta por artistas o pensadores, reducir a Cuba a una agrupación musical que tiene tanto mérito como muchas otras que nos llenan de satisfacción por ser sus compatriotas, atenta contra la más elemental justicia histórica y artística.
Cuba es mucho más que su música o sus músicos. Mucho más que el mayor de sus héroes. Cuba es una nación que se torna inmensa cuando ahondamos en sus dos siglos de existencia como tal, una isla que se torna continente cuando miramos el mapa multicolor y rico de su literatura, de su música, de su pintura y escultura, su artesanía popular, sus ricas tradiciones orales, sus próceres y su pueblo rebelde y resiliente. La mesura es una cualidad que evita muchos errores. Ser mesurados al momento de celebrar, ensalzar, promover, sin dejar de mencionar valores reales de aquel o aquello que estamos valorando, garantiza la justicia y el equilibrio, tan necesarios cuando de ejercer la promoción o la crítica se trata.
Reyna Esperanza Cruz
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