IDIEL ALBERTO GARCÍA: SOÑANDO EL SUEÑO DE VIVIR

La poesía es un regalo de Dios. ¿Quién lo duda? Solo Él pudo imaginar y decidir entregarnos ese reino de aire y luz que nos acompaña en nuestras más hondas soledades, en nuestras más raras alegrías. Ella es madre que acaricia, amante exigente, amiga para las confidencias. Si está nos sentimos ricos en la miseria, poderosos en la debilidad, bendecidos en la tristeza. Su presencia nos levanta sobre las propias ruinas y nos permite ser y estar en la tierra cumpliendo nuestra misión como habitantes de un mundo cada vez más necesitado de alma, el alma que solo ella puede proporcionar. Tocado por su mano, ungido por su esencia, camina, vive, sufre, muere y resucita en cada verso Idiel Alberto García. Poeta que habita permanentemente en la poesía, se allega al poema de disímiles modos, porque su versatilidad para la escritura solo es comparable a su bondad, cántaro del que siempre mana un sorbo bienhechor.

Diversas formas estróficas cultiva: el verso libre, la décima, el soneto, siempre con un denominador común: la calidad compositiva. Todo lo plasma con idéntica sabiduría, con igual autenticidad. Su voz es reconocible en el coro de sus contemporáneos por esas esenciales cualidades, y porque une a ello la humildad de quien sabe lo que nuestro más grande poeta resumiera en frase memorable: Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.

Presentamos hoy un brevísimo conjunto de sus sonetos, la estrofa que al decir de algunos poetas es la mayor prueba que debe sobrepasar quien pretenda serlo. Con su elegante arquitectura heredada del medioevo italiano, en la que han fracasado o triunfado tantos, este se convierte en un difícil reto hasta para el más avezado creador. Lograr el ritmo, el tono, el lenguaje adecuados es un ejercicio que requiere de un enorme despliegue de talento, el cual no le falta a Idiel, y esto podemos constatarlo en los aquí escogidos, que llevan el sello de toda su obra poética: lenguaje en apariencia sencillo, una gran carga emotiva, el vertimiento íntegro de su mundo interior, el cuestionamiento de la realidad, su reacción ante la vida y la muerte —distantes en apariencia y que no son más que los dos rostros de una moneda con la que debemos lidiar continuamente— y el eterno tema del amor.

No es gratuito decir que leer este conjunto nos hará sentirnos ante uno de nuestros más atendibles escritores jóvenes, y en presencia de una de las más bellas formas de la poesía en lengua española. Estos sonetos son una muestra de que cuando se unen sensibilidad y conocimiento del oficio, se pueden derribar prejuicios estéticos, traspasar las fronteras del gusto o de la moda, y entrar, e invitar a entrar a los demás, al recinto de la Belleza, esa categoría imprescindible para el ser humano.

Reyna Esperanza Cruz

 

 

ERES COMO EL VERANO

 

Eres como el verano de fuego intermitente,

como las golondrinas que llegan en enero,

más tierna y más extraña que un ciervo en el otero

asomado a la noche de un mundo inconsistente.

 

Eres como el silencio: tentadora y urgente,

o como la mirada triste del almizclero.

Te busco entre las hojas que se llevó febrero

y entre las tibias letras me buscas inocente.

 

Eres como el dolor: persistente y agudo,

y todo me lo vuelves de un confuso fulgor,

aunque alumbres a veces el gris cuarto desnudo.

 

Dueles como la llama que titila en la sombra,

aun así me estremeces con un frágil temblor.

Soy entonces un pozo vacío que te nombra.

 

 

EL AVARO

 

Idea tomada de un poema

de Evgueni Evtushenko

 

No me conforma la mitad de nada:

ni medio corazón ni medio día,

no quiero un poco de melancolía,                                                                         

ni la mitad de Dios ni de la espada.

 

Ni medio sol ni a medias tu mirada,

ni medio abrazo ni a medias el deseo.

En media libertad ni a medias creo.

A medias ni el dolor ni la estocada.

 

No quiero la mitad ni del olvido.

La mitad del dolor es tierra hollada.

Una sola mitad tiene sentido.

 

Una sola mitad me da certeza:

la sencilla mitad de aquella almohada

donde repose, libre, tu cabeza.

 

DESPUÉS DE LA MEMORIA

 

Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa se destroce.

Eduardo Lizalde

 

Después de tantos días de ausencia y desvarío

me he sentado a escribir un poema violento,

que conserve tu nombre de la furia del viento,

que mantenga tu cuerpo a salvo de este frío.

 

Después de la memoria siempre se aquieta el río.

¿No lo dicen los libros? Pero apenas intento

adormecer la furia de este animal sediento,

solo consigo, amiga, volver al extravío.

 

Pero memoria, cuerpo, caderas, risa, boca,

son palabras que el tiempo en el tiempo extravía,

que la distancia duerme, y el miedo, pues, vacía.

 

Promesas que se juran en una noche loca,

el regalo sencillo que alguna vez nos toca

y que la vida misma, por fin, después, enfría.

 

 

SEXO, MISERIA Y VICEVERSA

 

Qué me importan ahora los misiles

sobrevolando el triste Medio Oriente,

la expansión cultural del occidente,

el ataque mortal de los alfiles.

 

Qué me importan ahora las matrioskas

repitiendo su rostro de infinito,

el cuerpo sobre el polvo ya marchito,

el zumbido insolente de las moscas.

 

Qué me importa lo mísero y terrible

del despótico imperio descubierto,

el Sahara, Bagdad, Siria, el Mar Muerto,

 

el romántico arcángel imposible,

si ahora mismo tu sexo está sensible

y es más larga la noche que el desierto.

 

 

SONETO PARA MI MUERTE

 

Quiero saber que llegas, Muerte mía,

no vengas en silencio, sino en gozo...

Gastón Baquero

 

Vendrá mi muerte un día como otro cualquiera

amenazante y bella, misteriosa y sencilla,

tendrá negros los ojos, la mirada severa

y me pondrá su signo ardiente en la mejilla.

 

Vendrá mi muerte un día con el alma desierta,

con su carácter hondo de extraño sinsentido,

pondrá su cruz ceniza encima de mi puerta

y tendrá su silencio la hondura del olvido.

 

Vendrá mi muerte un día, mortal como una rosa,

se detendrá a mi puerta su sonriente andadura.

Como todas las muertes mi muerte será hermosa.

 

El día será un sueño de ardiente sol rabioso.

Me tenderá su mano de mortal sajadura

y yo, como un amigo, la seguiré dichoso.

 

 

OTRO COBAR DEL ÁNGEL

 

Tengo mi cicatriz y recuerdo a Novás.

Ángel Escobar

 

Encerrado en su torre de marfil,

bufón sobre la silla de los dones,

con la amenaza de sus ilusiones

y a punto de saltar... Como un alfil.

 

La cuchilla tocando a su cabeza.

Una legión de guardias al acecho.

El encierro comiéndose su pecho.

El revólver encima de la mesa.

 

Hombre por una espina atravesado,

conquistador del polvo enamorado

sentado en la resaca de la gloria.

 

La muerte lo salvó del cautiverio.

Lo eternizó la mano del misterio

cuando grabó su nombre en la memoria.

 

 

DE LA LUZ Y LA SOMBRA

 

Hoy que lo puebla todo la densa oscuridad

y que un hondo silencio se apoderó de todo,

hay que abrazar la luz, hay que inventar un modo

para que tenga música la mucha levedad.

 

Hoy que es casi invisible una sola verdad

y que el hombre más cuerdo viene a ser un beodo

es preciso alumbrar aunque nos cubra el lodo,

de lo oscuro del cieno hay que alzar la bondad.

 

En medio de esta bruma mortal de la miseria

hay que vivir la vida con dignidad sencilla.

Tener el alma pura. Escapar de la histeria.

 

Hoy que extraños poderes socavan la mañana,

¿hay que ofrecer acaso también la otra mejilla

para que sobreviva, gloriosa, el alma humana?

 

 

DOLOR

 

Si ha dolido otras veces un dolor semejante,

¿por qué me duele ahora este dolor tan vano?

Es cierto que esta noche no me estudia tu mano,

que nos pica en la sangre un pájaro distante.

 

Es un dolor antiguo de carne y de diamante,

casi como un invierno, casi como un verano.

¿Por qué me duele ahora este dolor humano

si ha dolido otras veces un dolor semejante?

 

¿Es el mismo dolor o es uno diferente

este que se ha posado cual pájaro sereno

encima de mis hombros? ¿Acaso es inocente?

 

¿Por qué muerde esta rabia? ¿Por qué esta rabia llora?

Si ha mordido otras veces tu furia y tu veneno…

si has dolido otras veces, ¿por qué muerdes ahora?

 

 

INVENTARIO

 

A la manera de Joaquín Sabina

 

Un cobarde con nombre de valiente.

Una puta con porte de señora.

Una falsa alimaña seductora.

Un milano con nombre de inocente.

 

Un futuro difuso en el presente

con un pasado mal resucitado.

La certidumbre de un equivocado.

La consistencia de lo inconsistente.

 

Un olvido en el borde del recuerdo.

Dos collares de perlas para un cerdo.

Una adorable bruja en una pira.

 

La mejor horca para la inocencia

y detrás del perfume la indigencia

y la dulce canción de la mentira.

 

 

LA PROMESA

 

Para Eduar

 

Todo parece frío, todo parece fuego.

¿Cuánto nos duele ahora esta enorme sequía?

Donde quiera que miro con mis ojos de ciego,

de lágrimas y aullido, hay una melodía.

 

Y en la memoria ahora como si fuera un juego

retumba una campana dolorosa, sombría.

Cada golpe es un lloro, cada silencio un ruego.

Todo es como una fiebre de enferma fantasía.

 

(Pero a pesar del golpe y de la herida abierta

sabemos que el amor abre siempre una puerta).

Un ciclón innombrable viene en una estampida

 

y arrasa con la muerte. Ten paciencia, no llores,

que allí donde parece que no crecen las flores

hay también una luz que hace estallar la vida.

 

 

EL SUEÑO DE VIVIR

 

Hay quien vive la vida ahogado en su avaricia.

Hay quien apenas vive. Hay quien apenas sueña.

Hay quien viola la vida, la enturbia, la despeña.

Hay quien le pone trampas de sombra y de justicia.

 

Hay quien sueña la vida como un sueño que inicia.

Hay quien muere de vida. Hay quien muere de sueño.

Hay quien se expande a solas por un mundo pequeño.

Hay quien vive en el borde de una sola caricia.

 

Vivir es una ciencia, pero nos cuesta tanto

que cuando todo fluye nos parece mentira.

Vivimos la alegría con miedo y con espanto.

 

Hay quien vive la vida aprendiendo a morir

y mientras todo pasa, y mientras todo expira,

yo seguiré soñando el sueño de vivir.

 

Idiel García Romero (Santo Domingo, Villa Clara, 1980). Poeta, narrador y editor. Como escritor ha obtenido los siguientes lauros: Premio Nacional César Galiano (2011), Reseña Crítica Segur (2012), IV Premio Internacional de Poesía Ángel Ganivet (Finlandia, 2012), Fundación de la Ciudad de Santa Clara (2014) y CubaPoesía Eduardo Kovaliker (2017). Es egresado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Es miembro de la UNEAC. Ha publicado los títulos: Los días de mi muerte (Editorial Capiro, 2007), El jardín de las delicias (Ediciones Sed de Belleza, 2010), Cementerio de sombras (Editorial Capiro, 2013), Manual de las ilusiones (Editorial Capiro, 2015), Déborah y las abejas (Editorial Capiro, 2016), ¡No soy un héroe! (Ediciones Áncora, 2016) y El sueño de vivir (Colección Sur, 2017). A este cuaderno corresponden los poemas  incluidos en la presente selección.

 


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