ANDRÉS MIGUEL PÉREZ: ESCAPAR HACIA DENTRO

Sabido es de quienes la tienen como senda y destino: la poesía es puerta por donde entran y salen dudas, inconformidades, alegrías y tristezas. Y la fórmula mejor para conjurar dolores que, al encontrar en ella la válvula para exteriorizarse, atenúan su fuerza y se convierten en llevadera compañía. Por esa razón los poetas cuestionan e interpelan a la vida, la acusan de cruel, la cantan con voz entrecortada, invocan a veces a la muerte, y finalmente, cuando se ha hecho el verso y asoma en la página, antes vacía, la maravilla del poema, se reconcilian con la existencia, adquieren nuevos bríos y apuestan una vez más por el milagro fugitivo de la palabra.

Andrés Miguel Pérez desanuda su voz cuando no tiene a favor más que a la poesía, anda el camino del verso cuando todos los caminos posibles le resultan ásperos trillos por donde viaja en soledad. Utiliza tanto el verso libre como el molde estrófico tradicional de la décima espinela, o una estrofa de diez versos decasílabos, endecasílabos, alejandrinos o asonantados, siempre con dominio y fluidez. Ahí encuentra su rostro verdadero, el lugar donde siempre es bienvenido, la tierra prometida, al alcance de la mano con tan solo trazar los aprendidos signos del lenguaje. Su poesía adquiere niveles humanos elevados al verter íntegro su mundo interior, muy propio, y lo hace con sinceridad y sencillez, dos cualidades que garantizan el surgimiento de un puente entre quien escribe y el lector, quien saldrá más ligero luego de sumergirse en estas aguas del vivir, a ratos turbias, a ratos límpidas. Y también con la certeza de tener un amigo, compañía perfecta para emprender el viaje hacia sí mismo.

REYNA ESPERANZA CRUZ

 

 

ESCAPE HACIA ADENTRO

 

A veces yo quisiera ser un adiós del viento,

ser el rostro sin nombre de una estrella caída

o amanecer en una raíz desconocida

mínimamente verde y con el ojo hambriento.

A veces yo quisiera no sentir lo que siento:

este morir a diario, este tanto morirme.

A veces (solo a veces) quisiera diluirme

en el susto lejano del oleaje espumoso

de una playa, de un grito, de un eco salitroso

con el que apenas logre partir sin despedirme.

 

A veces yo quisiera ser, pero no ser tanto

este nadie que escapa bajo el ala de un beso,

este que en cada fuga sueña con el regreso

y que se va llorando, pero es su lloro un canto.

A veces yo quisiera que una ciudad de espanto

me reciba entonando desconocidas nanas,

se asombre de mis dientes de leche y de mis canas,

volver después de un siglo al umbral de mi puerta,

regañarme a mí mismo, pues la he dejado abierta,

abrazarme y decirme por fin: Entra; tú ganas.

 

Febrero de 1982

 

 

HOMBRE EN CUARTO CRECIENTE

 

A mi padre, Santiago, porque ama

 

I

Esta es la historia de un hombre

que un día tuvo manos de verdad,

con ellas se arrancó la voz

y la puso a mirar de frente;

palpó el camino y se volvieron verdes,

ciegas a los aullidos de la sombra.

Sin quedarse dormido tuvo sueño de la última tempestad

y al despertar soñó sus relojes

dando la campanada inextinguible, la perfecta;

entonces pidió a sus ojos que bajaran al fuego

y en la llama repitió su único testamento:

un ritual de ponerlo todo a hervir

mezclando y separando por arte

los matices extremos de la consagración.

 

II

Lo llamaron loco pero conocía la miel y su secreto

y nadie supo que para dar la risa le bastaba saber

que no le puso precio a sus costumbres,

que sus rodillas no se doblaron

cuando el aguijón de la mentira lo obligó a ser un Atlas.

 

III

El hombre aquel anduvo suelto por su aire;

su poco de aire que no era sino la ilusión

de ver pasar hojas a rastras o volando,

así que reconquistó sus manos,

así que reconquistó su voz

y puso en balanza por orden del silencio sus estadios

porque aún estaba vivo por dentro

mientras por fuera el susto de su cauce

iba meciendo un agua de lejanos asombros

y aún puso a hervir sus leyendas

para que alguien creyera alguna vez en sus pobres enigmas.

 

IV

El vapor de la mágica hervidura

desenterró raíces brillantes allá arriba

que estuvieron atadas prohibiendo el paso a lo durable,

y en la hoguera a un tizón, uno solo:

(la uña postergable del cansancio)

no pudo arañar su sangre

ni el puñado de tierra para la próxima figura del hombre.

 

V

Se preparó a ser de este mundo

aun cuando ya sabíamos que en verdad se marchaba,

pero en la hora de concebir su esencia definitiva,

el íntimo milagro de la luz pasando por el ojo,

se olvidó de su fórmula,

del tiempo exacto de cocción del tema,

del diapasón unánime en que se anudan

empeño y razón:

olvidó que en su mundo

cabe un arca terrena, consonante,

divina y altruista como la piedra.

¡Y le salió el amor!

 

 

YO

 

Una sombra casi eterna,

pólvora y miel en sí misma,

salta desde la marisma

caótica de su pierna.

Un amago de linterna

que entre el oleaje severo

hace el lejano velero

dos señales, con tal suerte,

que una le avisa a la muerte

y otra se vuelve un lucero.

 

10 de Noviembre de 1973

 

 

RETORNO Y ALTERNANCIA

 

I

Vuelve mi verso de andar

por sobre la noche impura,

y yo, pálida criatura,

lo recibo sin llorar.

Aquí estoy. Ten el hogar

frío y sin un solo adorno,

apagado en el bochorno

de la ausentación tan nuestra.

Ven con tu mano maestra

para que enciendas el horno.

 

II

Mi verso viste su traje

de metálica pechera

y viene a izar la bandera

que trae en el equipaje.

En la puerta es un tatuaje

bordado con fatuos miedos…

Entra con pasitos quedos,

entra (ya es tierra menuda)

por mis ojos, me saluda

y se duerme entre mis dedos.

 

Diciembre de 1991

 

 

ASONANTINA

 

¡Ay, anoche soñé que el mar era un camino

por el que yo podía pasear con una novia

y soñé que eran una la humildad y la gloria

y que al Hijo del Hombre le llamaban Amigo!

¡Ay, anoche soñaba con infantil delirio

que el cielo era un enorme papalote de espuma,

que el mundo era mi casa, que también era tuya,

que las estrellas eran para todos los tiempos,

y una paloma verde volaba entre mis sueños;

volaba para siempre… o quizás para nunca.

 

7 de Abril de 1986

 

 

FILOSOFISMA

 

Trato de ir al poema, y se me cruza

en el camino un ángel de voz fría.

¿Será que la poesía me desusa,

o soy yo quien desusa a la poesía?

 

Trato de ser normal, y se me aguza

una mente de inútil fantasía.

¿Será que hasta mi mente de mí abusa,

o es que yo abuso de la mente mía?

 

Trato de responderme y me pregunto,

y cuando me pregunto no hay respuesta.

Solo quiero saber:¿La vida es esta?

 

¿Estoy parado sobre el mismo punto?

¿O será que vivir es un asunto

que se debe tratar bajo protesta?

 

Febrero de 1996

 

Andrés Miguel Pérez (Loma del Gato, Central Francisco, actualmente Amancio Rodríguez, 1956). Poeta y escritor de programas radiales. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha publicado el libro De pólvora, miel y espuma (Editorial Ácana, 2002).

 


Visite las siguientes páginas del Grupo Eurekíada:

NOTAS DIARIAS

EUREKÍADA

SYNERGOS

ARBOLEDA

ENTRADAS MÁS LEÍDAS

Imagen

ERNESTO